- ¿Te parece si estudiamos juntos?
Tragas saliva. No me miras. Pareces muy nerviosa.
-Puede ser.
-¿Porque no te sientas?
-Quiero acabar con esto pronto.
(¿Acabar dices? Y yo quiero empezar.)
-Me desesperas -te digo con suavidad- Cuando cambias bruscamente de actitud. Aunque me gustas y te quiero, hay momentos en los que no sé que pensar de tí.
Agachas la cabeza. Te ves triste. Desubicada. Tomas asiento despacio.
-La repuesta es no –dices apenas.
-Y ¿Cuál es la pregunta?
-La que sea. La que quieras hacerme.
-Yo no quiero preguntarte nada.
-¿Entonces a que viene todo esto?
-Vamos a estudiar química ¿no?
-Mmh.
-¿Tu libro?
Haces un gesto de cansancio y te agachas para sacarlo. Ahí está. Lo tomo. Lo hojeo.
-Como me gustaría –susurro- poder ayudarte en tus problemas…
-Tú eres un problema –dices apenas- mi único problema…
…
Te alargo el libro; vas a tomarlo pero lo sujeto. Al ver que no lo suelto, me miras.
-Yo estoy contigo, Sheccid. En las buenas y en las malas.
Me arrebatas el texto y te pones de pie.
-¡No voy a jugar más a esta tontería! –gritas y los pajarillos detrás de nosotros levantan el vuelo. Echas el libro a tu mochila.
¿Dónde estuvo el error? Me pongo de pie también
-¿Quieres que te explique cuáles son “mis malas”? ¡Que estás todo el tiempo sobre mí!, ¡que no puedo quitarte de mi camino! Que me sigues y me acosas con tus detalles divinos y yo no tengo corazón para desilusionarte, ¡pero me eres aborrecible! ¿No te das cuenta, tonto?
Te detienes como asustada de tus propias palabras.
-Sigue.
Estás petrificada, como si acabases de cometer el peor error de tu vida. Te llevas las manos a la cabeza y te dejas caer en la banca otra vez.
-Dios mío…Disculpa no quise hablar así –pero has hablado y yo estoy muriendo pro dentro- José Carlos lo siento…Ya debes imaginarte por lo que estoy pasando.
Discúlpame…No sé lo que digo ni hago –murmuras y yo no sé que hacer ni qué decir; te tapas la cara con ambas manos.
-¿Porqué? –pregunto- Eres encantadora un minuto y malvada en otro.
Dices cosas lindas y luego insultas. Siempre justificas esas variaciones hablando de problemas que son obvios. El otro día me di cuenta de algunas cosas.
Me analizas. Abres la boca para decir…No. Nada.
Sigues viéndome con tus ojos expresivos y yo noto que en realidad sientes desamparo y soledad.